A pesar de las mejorías de las técnicas de radioterapia (que cada vez limitan mejor la dosis al área tumoral sin afectar al tejido circundante), por ejemplo, la radioterapia en el área del tórax puede causar daños en los pulmones (produciendo fibrosis pulmonar) y aumentar el riesgo de daños cardíacos y de cáncer de mama o pulmonar. La radioterapia en el área pélvica puede ocasionar esterilidad, la radioterapia en el cuello puede causar hipotiroidismo.
Es decir, que los supervivientes del cáncer pueden tener incluso décadas después del tratamiento de la neoplasia, otras enfermedades relacionadas con el tratamiento de ésta. Por eso, el seguimiento a largo plazo para el diagnóstico precoz y manejo de estas complicaciones es de vital importancia.